«No sé lo que quiero. Sólo sé lo que no quiero», Cristina.
La cita es de la película «Vicky Cristina Barcelona«, dirigida por Woody Allen. Dicha frase es una especie de lema del personaje interpretado por Scarlett Johansson.
Tener claro lo que no deseas puede resultar útil para tomar decisiones. En el mundo de las presentaciones también es importante saber lo que no harás bajo ningún concepto.
Quiero reivindicar la utilidad de las malas presentaciones a las que has asistido. No todo fue tiempo perdido, puedes sacar provecho incluso de estas penosas experiencias. La idea es recordar los principales motivos por los que no disfrutaste la presentación y ponerlos en una lista titulada: «Cosas que jamás haré en mis presentaciones».
De hecho, puede ser más complicado analizar una buena presentación y extraer sus buenas prácticas que detectar lo que está mal. Pues empecemos por lo fácil.
A continuación comentaré tres ejemplos de presentaciones mediocres a las que asistí como público pero de las que saqué importantes lecciones.
Error 1: Enterrar una buena historia
Hace años asistí a la presentación de una red de telecomunicaciones abierta, libre y neutral. La charla la daban dos personas de perfil tecnológico. Su exposición fue bastante técnica a pesar de que la mayoría de asistentes no estaban familiarizados con esa temática.
Enterradas en su exposición había dos historias muy interesantes. La primera, sobre cómo fueron los inicios de esa red de telecomunicaciones libre. Había una familia que vivía en la montaña y no tenía conexión ADSL por falta de infraestructura. Con ayuda de unos amigos que vivían al otro lado de la montaña y gracias a la tecnología Wi-Fi pudieron usar parte del ancho de banda de sus vecinos, con su consentimiento.
Esa historia estaba enterrada en medio de la presentación y hubiera sido una magnífica forma de empezar. Es una historia inspiradora, instructiva y transmite muchos de los valores de una red abierta y libre.

[Foto de Amy McTigue]
Si la presentación hubiera girado alrededor de estas dos historias y el resto de ideas hubiera ido en función de ellas, la audiencia hubiera salido con menos mareo técnico y más inspirada e interesada en el proyecto.
A partir de aquel día, me propuse no enterrar las historias en mis presentaciones, les daría el protagonismo que merecen.
Error 2: Sufrir una conexión lentísima a Internet
En una jornada de formación para profesorado informático asistí a un lamentable espectáculo. La conexión a Internet iba muy lenta y los ponentes tenían que enseñar vídeos de YouTube. Mientras los vídeos cargaban a una velocidad desesperadamente lenta, los ponentes iban haciendo tiempo con comentarios insulsos.

[Foto de Oasgames]
Aquel día decidí que nunca haría perder el tiempo a mi audiencia por problemas de red. Desde entonces, cada vez que necesito recursos de Internet en una presentación, los descargo antes y los copio en una carpeta del portátil con el que presentaré. Es más trabajo y probablemente acabe no usando esos archivos. No importa, el esfuerzo extra me asegura que no correré riesgos.
Cuando presentas con tecnología no sólo debes tener un plan B, también necesitas un plan D (la D es de «Desconectado» o de «¡Dios, qué lento va Internet!»).
Error 3: Incoherencia entre discurso y acciones
«Los discursos inspiran menos confianza que las acciones», Aristóteles.
Para aprender qué es lo que no harás en tus siguientes charlas no tienes por qué sacarlo tan solo de presentaciones malas. Habrá presentaciones correctas que quizá chirríen en un solo aspecto.
Me ocurrió con la charla de un personaje famoso en el mundo de la informática.
Su exposición fue buena, transmitió sus ideas claramente, usó unas diapositivas muy visuales y sencillas, incluso añadió toques de humor… Pero cometió quizá el peor de los pecados: su discurso no era coherente con sus acciones, o al menos, con una de sus acciones.

[Foto de ToGa Wanderings]
Al cabo de un rato hizo una pequeña subasta para obtener fondos para su fundación. Al final, un hombre pujó 100 euros por un peluche. El ponente dijo que podía pagar con tarjeta de crédito. En ese caso debía tomarle los datos. Una vez finalizada la presentación, pude ver como ese ponente tan reacio a ser rastreado y tan receloso de su privacidad no tenía ningún reparo en pedir nombre y apellidos, DNI, dirección de residencia y número de VISA. Pues vaya. ¿Dónde estaban sus principios ahora? No hay nada mejor que ver lo que compra alguien con la tarjeta de crédito para obtener un montón de información sobre su vida, incluso para localizar donde se encuentra.
Me molestó mucho que este personaje que es tan vehemente con sus ideas cometiera este fallo garrafal. Enseguida pensé que intentaré por todos los medios no cometer ese mismo error: procuraré que mi discurso sea siempre coherente con mis acciones.
Cuando veas malas prácticas en presentaciones, redirige toda tu ira y frustración hacia algo positivo. Cuesta, lo sé. Intenta hacer como la protagonista de «Lo que el viento se llevó» y di…
«A Dios pongo por testigo que jamás [RELLENAR CON MALA PRÁCTICA] en mis presentaciones»
(Sube la música de fondo).
He empezado esta entrada citando la frase de un personaje de película de Woody Allen. Para concluir, cito a un gran escritor, Ray Bradbury, que resume a la perfección la idea que quería transmitir. De hecho, este artículo fue inspirado por el siguiente pasaje de su libro «Zen en el arte de escribir».
«Cuando tenía 17 años, podía ver de doce a catorce películas a la semana … Eso significa que he visto de todo, y eso incluye toda la basura. Pero eso es bueno. Es una forma de aprender. Tienes que aprender cómo no hacer las cosas. Ver tan solo excelentes películas no te educa en absoluto, porque son misteriosas… Pero una mala película es enseguida evidente, y te puede enseñar más: ‘Nunca voy a hacer eso, y nunca haré eso, y nunca haré eso.»
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Cuenta tus malas experiencias como público de una presentación. Di el pecado, no el pecador. Añade cualquier otro comentario que creas oportuno. ¿Te sirvió para que tomar consciencia de que deberías evitar hacer lo mismo al presentar?
Hola! Acabo de descobrir aquest blog. és molt útil!
¡Hola!
Hombre ando en un dilema similar a la narrativa. No sé lo que quiero, pero si lo que no quiero.
En un tiempo corto, debo defender tesis y pues tenía en mente emplear diapositivas. Pero para ello quería saber cómo lo hacen en mi entorno, por lo cual desde hace un tiempo acudo a disertaciones académicas y es un tedio observar como una presentación se convierte en una sala de lectura.
Convencido que esa no es la única forma y por sobretodo inquieto por buscar algo diferente, comencé a revisar la web con lo cual encontré muchos lugares. Los americanos tienen material bastante claro, los europeos, con ustedes a la cabeza, España, pues trascienden más allá de lo que puedan creer.
Entonces después de planificar y generar la parte análoga de mis diapositivas, pretendía no mencionar todos los contenidos de los capítulos de tesis (conforme aquí se suele realizar) pero que no está estipulado en ninguna normativa.
¿Qué consigo con eso? Hacer que mi presentación sea menos pesada a nivel cognitiva. Pretendo que sea más visual.
El dilema está en cómo hacer entender al jurado que, por ejemplo, del capítulo 1 cuyo contenido son seis puntos: planteamiento del problema, fundamentación, objetivo general y específicos, justificación, delimitación, alcance; de todos ellos solo tenía planeado mencionar dos puntos: el planteamiento del problema y los objetivos, tanto general como específicos. De esta manera tengo espacio para contar una experiencia o historia relacionada al tema que voy a exponer.
Existe alguna justificación teórica que pueda ayudar o guiar, para argumentar de esta manera, o debo hacer tradicional el contenido estructural (como en el ejemplo citado, 6 puntos y no 2)
Gracias por tu tiempo y buenas presentaciones para ti.
José, no me atrevo a darte consejo con el tema de las tesis doctorales pues es un terreno que desconozco.
Lo único que puedo decirte es que te adaptes a tu audiencia y contexto. Creo que presentar una tesis es un contexto en el que ser creativo quizá no sea del todo bienvenido. Habla con tu director de tesis. Averigua, si puedes, qué otros profesores habrá en el tribunal y qué estilo tienen.
Ya nos contarás cómo te va. Ánimos.