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Dinámica participativa

Foto de gcbadata (CC BY)

- Madre mía. Aún le quedan 40 minutos para terminar…

Es lo que pensé después de escuchar los primeros cinco minutos de un ponente que había invitado a hablar en mi centro. Esa tarde habíamos programado varias conferencias y otros actos. El tiempo para cada presentación era de 45 minutos.

- Es arriesgado darle tanto tiempo a alguien para que hable en público sin saber cómo lo va a hacer…

Ese fue mi siguiente pensamiento. Yo era uno de los organizadores y fui quien propuso a ese ponente por lo que representaba. No entraré en detalles porque no quiero dejar mal a nadie, simplemente quiero reflexionar sobre lo que ocurrió.

Habíamos intercambiado mensajes de correo electrónico para pactar el contenido de la presentación. Tengo parte de culpa porque tenía que haberle llamado por teléfono. El correo es demasiado frío y da pie a equívocos. Además, me puse en contacto con él demasiado tarde.

La cuestión es que no nos entendimos bien y el ponente planteó la charla de una forma diferente a lo que habíamos acordado. Su charla tuvo una parte teórica que se alargó muchísimo. Su tono adoctrinador hizo que las caras del público fueran un poema. Para colmo, muchas cosas que exponía ya las sabíamos la mayoría de nosotros.

El ponente se dio cuenta de que no lograba conectar con la audiencia e intentó arreglarlo lanzando algunas preguntas para que respondiéramos. Era un buen intento pero salió forzado y no mejoró el ambiente.

Ese mismo día hubieron otros actos como una mesa redonda con emprendedores o talleres prácticos impartidos por alumnos. La mesa redonda estaba moderada y hubo bastante interacción con el público. Los talleres triunfaron.

Una de las presentaciones la dio un chico joven que no traía PowerPoint. Se sentó en el borde del escenario y nos explicó su experiencia como administrador de sistemas de una conocida start-up. Fue muy auténtico y su tono desenfadado invitó a que pareciera más una conversación que una exposición. Íbamos haciendo preguntas a medida que nos contaba sus batallas.

Después de la jornada reflexioné sobre la acogida de las presentaciones y de los otros actos. En general, los actos más participativos gustaron más que las conferencias. Vaya novedad, ¿verdad?

Pensé que un buen ponente es como una buena película: consigue que te olvides del tiempo. Por desgracia, buenos ponentes no hay tantos. Hay muchas personas que presentan de un modo correcto pero que no logran hacer olvidar a su audiencia cuánto tiempo falta para el final.

La buena noticia es que es relativamente fácil hacer que la audiencia se olvide del tiempo: ésta tiene que pasar a la acción.

Redefinamos la comunicación: de las exposiciones a las interacciones

Hace poco topé con una magnífica cita del que fue antropólogo y creador de la cinesis (estudio del movimiento del cuerpo), el señor Ray Birdwhistell.

Es una definición de comunicación pero no es la que nos enseñaron en la escuela (esa tan aburrida del emisor, el receptor, el mensaje y el canal, etc).

Se trata de una visión de la comunicación que brilla por su ausencia. Te invito a que la saborees despacio y que la releas para captar toda su grandeza:

La comunicación no es como una emisora y un receptor. Es una negociación entre dos personas, un acto creativo. No se mide por el hecho de que el otro entienda exactamente lo que uno dice, sino porque él también contribuya con su parte, ambos cambien con la acción. Y, cuando se comunican realmente, lo que forman es un sistema de interacción y reacción bien integrado.

Estarás de acuerdo en que la mayoría de presentaciones no comunican bien según esta definición. A menudo usan más bien una comunicación de tipo difusión (broadcast): uno habla y muchos escuchan. Tampoco son actos creativos, exceptuando casos concretos de ponentes con inventiva. Pero si una cosa les falta es que sean sistemas de interacción.

Dinámica participativa

Foto de gcbadata (CC BY)

La gente quiere interactuar más en público y escuchar menos.

Internet, los smartphones y las redes sociales nos han hecho auténticos protagonistas de la interacción con contenidos y personas que nos interesan. Esto está cambiando muchos ámbitos de nuestra actividad, la comunicación no queda exenta de ello. No podemos hacer la vista gorda y continuar con las conferencias unidireccionales. Hay que fomentar la participación, la acción y la interacción entre las personas que forman la audiencia.

El ponente se convierte entonces en dinamizador. Es el encargado de que su público participe activamente y de forma relevante con el tema a tratar. Es necesario entonces buscar otros formatos más interactivos que la simple exposición magistral.

Debates, tertulias, desconferencias, aprendizaje entre iguales o dinámicas participativas son algunos de los formatos que podemos usar para fomentar la interacción en público. En el próximo artículo los explicaré con más detalle.

«Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo recordé, lo hice y lo entendí». Confucio.

Anuncio: Próximo libro sobre presentaciones

Aprovecho la ocasión para anunciar que he empezado a escribir un libro sobre presentaciones. Uno de los temas que trataré en profundidad es precisamente la participación. También trataré otros aspectos importantes como:

  • Preparar presentaciones centradas en la audiencia.
  • Formas óptimas de estructurar una presentación.
  • Tipos de recursos a utilizar (lógicos, emocionales) para hacer exposiciones rigurosas y amenas.
  • Cómo diseñar buenos soportes audiovisuales (como diapositivas).
  • Etcétera.

Si estás interesado en: saber más acerca del libro, leer avances del mismo, hacer sugerencias, dar feedback o recibir promociones, suscríbete a la lista de correo que he creado para tal efecto.

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Formador, divulgador y podcaster. Enseño a comunicar ideas de forma eficaz, entretenida e inspiradora. ¿Te ayudo en tu siguiente aventura comunicativa? Contacta conmigo.