Tanta tecnología y tan poco aprovechada.
Creo que no aprovechamos todas las posibilidades que la tecnología nos brinda. A menudo, nos quedamos en la superficie y usamos la tecnología como un fin, tal como nos viene, o tal como hemos visto que la usan los demás y con eso nos damos por satisfechos. Sin embargo, si hacemos una inmersión, descubriremos opciones que aportan más valor: usar la tecnología como medio para maximizar el impacto.
Os contaré dos experiencias que he tenido recientemente que han hecho que piense así.
Webinars que parecen un vídeotutorial
Hace unos días me apunté al webinar “A Lifetime of Learning: Get your Students Started with Evernote”. Me interesaba averiguar qué aplicaciones tiene Evernote para usar en educación.
El webinar duró una hora y fue muy decepcionante porque más que una formación virtual, pareció un vídeo de YouTube. La interacción del instructor con los asistentes fue nula. Se limitó a meter el rollo y se quedó tan ancho (hice dos preguntas en el chat que quedaron sin respuesta).
El instructor empezó explicando el uso básico de Evernote, algo que tengo más que aprendido. Entonces me di cuenta de que no me habían enviado ningún resumen o índice de lo que trataría el webinar. Mi única referencia era el título.
En el formulario de inscripción, ¿qué les costaba preguntar si teníamos conocimientos de Evernote? ¿Por qué no nos enviaron un resumen de lo que trataría la sesión?
Mucho webinar y mucha formación virtual pero seguimos sin investigar a la audiencia. Lo grave es que con un pequeño formulario, esto se hubiera evitado fácilmente.
Webs de organización de eventos que ignoran a la audiencia
Hace un par de semanas fui a un evento sobre Lean Startup, un interesante concepto que ideó Eric Ries. Uno de los alicientes era la vídeoconferencia con Eric, pero antes había programadas tres presentaciones.
La primera presentación hizo un resumen de los puntos principales de Lean Startup. La segunda fue para presentar el grupo Lean Startup Barcelona y la tercera trataba sobre herramientas Lean Startup, pero por falta de tiempo no se hizo. En vez de eso, el ponente nos hizo una serie de preguntas:
- ¿Cuántos conocéis Lean Startup?
- ¿Cuántos sois programadores?
- ¿Cuántos tenéis una startup?
- ¿Cuántos tenéis clientes?
- ¿Cuántos habéis leído el libro “Lean Startup”?
Me sorprendió comprobar que un buen porcentaje de los asistentes levantaron la mano en varias de estas preguntas. Entonces se hizo evidente que probablemente la primera presentación no era necesaria.
Fue cuando pensé: ¡Cómo desaprovechamos la tecnología! Esas mismas preguntas nos las podían haber hecho en un breve formulario cuando nos inscribimos al evento. Hay que decir que la inscripción se hacía únicamente a través de Eventbrite.
Los organizadores del evento podrían tener acceso a las respuestas de esa pequeña encuesta y adaptar así las presentaciones. Si comprueban que la mayoría tiene conocimientos sobre un tema, ¿por qué hacer una sesión introductoria?
Corregidme si me equivoco pero creo que los sitios webs de organización de eventos no hacen ninguna encuesta a los futuros asistentes. ¡Qué desperdicio! Tecnológicamente, no sería complicado hacer que los ponentes hicieran unas preguntas y que pudieran consultar las respuestas.
Está claro que esto tendría que hacerse bien. Si se empieza a hacer como un trámite y se plantean preguntas que no aportan respuestas útiles, sería peor el remedio que la enfermedad. Deberían elegirse unas pocas preguntas, para no entorpecer el proceso de inscripción, pero que fueran las cuestiones indispensables para adaptarse mínimamente a la audiencia. Incluso se podrían añadir campos de comentarios o sugerencias opcionales por si alguien quisiera aportar más información.
¡Esto debería ser un estándar!
Podría añadirse también información de la cuenta de Twitter de los ponentes así como el hashtag del futuro evento para iniciar semanas antes la conversación con la audiencia y enriquecerse con sus aportaciones, escuchar sus inquietudes, preguntar por sus necesidades…
Mientras no usemos la tecnología para averiguar información de la audiencia, no le estaremos sacando el provecho suficiente. Por mucho que usemos PowerPoint, tengamos blogs, cuentas de Twitter, iPhones o iPads.
Créditos
- Imagen con Copyright de iStockphoto.com
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Coincido contigo y también creo que el problema no es el no aprovechar la tecnología, sino el no estar conscientes de la utilidad de contar con un buen diagnóstico, es decir conocer a tu audiencia y tener la meta de aportarles algo de valor. El cómo hacer un diagnóstico es tan sencillo como los formularios que propones, el verdadero problema es que pocos tienen la noción de qué sus intervenciones serían mucho más enriquecedoras si se involucran con los participantes, los escuchan, y aprenden junto con ellos, si en lugar de «dictar» clases o conferencias diseñaran experiencias de aprendizaje.