¿En qué momento exacto empieza tu exposición?
Si tienes en cuenta la acepción de exponer que dice “hablar de algo para darlo a conocer” entonces la respuesta es cuando empiezas a hablar en tu presentación.
Pero si tienes en cuenta la acepción de exponer que dice “presentar algo para que sea visto, ponerlo de manifiesto” la cosa cambia, y mucho. Ahora la respuesta es cuando apareces delante de la audiencia, aunque no hayas empezado tu charla.
A menudo estamos varios minutos delante de la audiencia hasta que llega la hora de inicio. Quizá los organizadores quieren que llegue más gente, quizá hay que resolver algunos temas técnicos… En estos casos estás exponiéndote visualmente al público y la actitud que muestres, así como las señales de comunicación no verbal que emitas, serán captadas por la audiencia. A partir de la información no verbal que reciban, se llevarán una primera impresión de ti que puede influirles positiva o negativamente.
Para ilustrar esta idea, compara las siguientes situaciones:
Situación 1: Ponente muestra tensión y poco interés con su actitud
Faltan diez minutos para que empiece la charla. El ponente está con los brazos cruzados con la mirada perdida. Poco después empieza a manosear los objetos que hay encima de la mesa sin ningún tipo de finalidad. Cambia el orden de las cosas, las aleja primero y las acerca después para volverlas a dejar como estaban. Luego se empieza a rascar la cabeza y cuando le presentan se seca las manos en los costados de la americana. En todo momento ha evitado el contacto visual con el público, se ha mantenido en silencio y con un gesto serio y preocupado.
Situación 2: Ponente muestra calma y empatía con su actitud
Antes de empezar su charla, el ponente está de pie hablando con el organizador. Cuando llegan nuevas personas a la sala, les saluda y les sonríe de forma sincera. Su postura es relajada y su gesto amable. Cuando el organizador tiene que ausentarse momentáneamente, el ponente se acerca a la mesa y se sienta. Hace entonces un barrido de miradas, se fija en distintas personas del público mientras sonríe levemente. Luego lee el texto de algunas hojas, probablemente esté repasando su guión o alguna documentación que repartirá más adelante. Cuando le presentan, mira al público y asiente mientras sonríe. Después vuelve su mirada hacia el organizador hasta que termina. Entonces se levanta, mira de nuevo al público y empieza a hablar.
¿Qué impresión te llevarías si vieras a cada uno de estos ponentes?
Lo más curioso es que el segundo ponente probablemente también estaba algo nervioso, pero fue capaz de controlar sus nervios centrándose en la audiencia con una actitud positiva y empática.
En definitiva, en estos casos debes aprender a controlar las señales de comunicación no verbal que emites. A mi, a veces me sudan un poco las manos justo antes de empezar pero resisto el impulso de secármelas y así nadie se da cuenta de mis nervios. Lo mismo ocurre si se te acelera el ritmo cardíaco: sólo lo notas tú, si no muestras otras señales de nerviosismo nadie se va a enterar de cómo te sientes por dentro.
En realidad se trata de tener presentes los cuadrantes de la ventana de Johari y tener bien claro qué es lo que quieres que vean de ti y que es lo que quieres ocultarles.
Por otro lado, tu actitud determinará la gran mayoría de las señales de comunicación no verbal que emitas. Si tu verdadera meta es compartir conocimiento y aportar valor, tus gestos y actos irán en esa dirección. Si tienes otros objetivos como acabar lo más rápido posible la presentación que te ha encargado el jefe sobre un tema que encima no te gusta, toda tu persona emanará esa conducta.
Así que antes de la charla, procura…
- Mirar a la audiencia y sonreír de forma natural.
- Tener una postura relajada y evitar tensiones corporales.
- Hablar con alguno de los organizadores o con algún miembro de la audiencia.
- Realizar acciones de forma intencionada: bebe agua si tienes sed, siéntate si quieres relajarte, lee el guión o las notas para repasar la estructura…
- Evitar los gestos de apaciguamiento como rascarte la cabeza, acariciarte el brazo repetidamente, morderte las uñas o manosear objetos.
- Llegar con una actitud positiva, empática y con ganas de compartir conocimiento y aportar valor.
- Potenciar tu sensación de confianza con alguna acción que sólo tu conozcas: un poco de maquillaje extra, unos calzoncillos de supermán, un perfume especial…
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Creo que la comunicación no verbal influye en todo momento, aparte de que las pistas que das para antes estén bien.