Los asiduos a Presentástico ya conocéis a Jose Hermida, un experto en comunicación humana que publicó hace poco más de un año «Hablar sin palabras», libro del cual hice una reseña en este blog y que no me canso de recomendar a mis amigos y conocidos.
Jose Hermida accedió amablemente a que le hiciera una entrevista telefónica para publicar en Presentástico. La conversación duró más de una hora y dio mucho de sí. La he condensado en tres entradas y hoy publico la primera de ellas.
El orden de los conceptos que aparecen es el original de la conversación que mantuvimos. He respetado al máximo sus palabras, haciendo algunos leves cambios para mejorar la comprensión del texto.
Podéis averiguar más sobre Jose Hermida visitando su página web (www.josehermida.com) o su blog (Terricolensis). También podéis seguirle en Twitter (@terricolensis)
***
El silencio como aliado o enemigo
Carles Caño: “Hablar sin palabras” me parece un título muy acertado para un libro sobre Comunicación No Verbal (CNV). De hecho, comentas en él que es imposible no comunicar, que transmitimos información también cuando estamos callados. Como herramienta de comunicación, ¿cuándo un silencio puede jugar en tu contra y cuándo puede hacerlo en tu favor?
Jose Hermida: La forma más peligrosa del silencio es cuando se debe a que la mente se queda en blanco. Enseguida comentaré cómo se soluciona eso.
Pero el uso más frecuente del silencio, que es un uso dramático, se hace en el discurso político con un público afín. Funciona de la siguiente manera: tienes un mensaje clave a transmitir, pongamos por caso “Hay que pintar los pasos de cebra de color naranja”. Empezarás con varios proemios emocionales e irás aumentando la intensidad de la voz, también irás enfatizando más cada una de las palabras. Con tres o cuatro locuciones es suficiente: “No son visibles. Cada vez hay más accidentes. Se está perdiendo el respeto por las normas de convivencia…”. Ahí creas el silencio y en ese momento toda la gente, que es un público afín, está esperando la gran explosión. Entonces dirás tu mensaje clave y la gente estallará en aplausos.
Técnica por si te quedas en blanco
Ahora bien, tenemos el otro silencio, el silencio “me he olvidado”. La técnica para combatirlo la llamo salto con pértiga: estoy en un lugar incómodo y tengo que saltar a un lugar mejor instantáneamente. ¿Cuál es ese lugar mejor? Eso hay que prepararlo antes, por ejemplo el día anterior. Tengo que llegar al discurso con un mínimo de tres mensajes clave preparados. Pongamos por caso: esfuerzo, paciencia y amor. Esas tres palabras las tengo que llevar grabadas en mi mente. Ahora imaginemos que estoy hablando de problemas del desarrollo de la competitividad y de repente me quedo con la mente en blanco. Entonces acudo inmediatamente a cualquiera de los tres mensajes clave y utilizo un puente, ese es el único requisito. El puente es una locución, la más frecuente es “precisamente por eso” pero se pueden usar otras como “en ese sentido es por lo que”. En nuestro ejemplo, “precisamente por eso, cuando les hacía referencia al amor, que es algo de lo que les voy a hablar con detalle más adelante…” y eso me permite volver a tomar el hilo o a hablar de lo que yo quería. Por eso sugerimos llevar esos mensajes clave en unas tarjetas pequeñas que se pueden consultar en cualquier momento o si se habla detrás de una mesa o de un atril, se pueden tener a la vista fácilmente.
Carles Caño: Me hubiera venido bien esa técnica del salto con pértiga hace un par de años. Hice una presentación en un evento Pecha Kucha y me quedé en blanco en la parte final. Al ser un ambiente más bien informal, simplemente lo reconocí diciendo “me he quedado en blanco” y la gente se rió y yo continué. Supongo que esto no sería válido para otros contextos y ahí es donde entra tu técnica.
Jose Hermida: En mi opinión, uno de los motivos, si no el principal, de quedarse con la mente en blanco es que cuando sucede el ponente está haciendo dos cosas al mismo tiempo: está haciendo la presentación y al mismo tiempo se está juzgando. Nuestros cerebros no tienen capacidad suficiente para desempeñar tal cantidad de trabajo. Hay que tener en cuenta que cuando uno se siente inseguro o está nervioso, su principal enemigo es el mismo ponente porque lo más probable es que esté anticipando unos resultados negativos con su exposición. Si yo sé qué es lo que quiero decir, a quién se lo quiero decir, cuánto tiempo necesitaré y qué es lo que quiero que la audiencia haya considerado una vez terminada la exposición, lo más probable es que no me quede con la mente en blanco ni aumente mi frecuencia cardíaca.
La conveniencia del atril
Carles Caño: Antes has hecho referencia al atril para dejar las tarjetas con las tres ideas esenciales del discurso. Precisamente te quería preguntar ¿qué inconvenientes tiene hablar desde detrás de un atril?
Jose Hermida: Lo que va a condicionar si es pertinente o no va a ser el protocolo establecido en el sitio. Por ejemplo, si se trata de una ceremonia en una universidad y todos los ponentes están hablando desde detrás del atril, hay que hablar desde detrás del atril. En caso contrario, se crearía un inconveniente protocolario con relación al resto de las personas que intervienen.
Ahora bien, si quiero hacer una charla desenfadada, activando la interacción con el público, prescindiré del atril porque confiere un aspecto protocolario y ceremonial. En cambio, acercarse al público invita a una proximidad emocional hacia él. De hecho yo incluso paseo entre el público en auditorios cuando es pertinente. Por ejemplo, hace unos días di una charla para emprendedores en la cámara de comercio de Toledo. Allí había gente emprendedora, con ilusión y con una disposición no precisamente académica sino más bien activa de emprender negocios. Empecé de pie, posicionando el tema poniendo una mano en el atril pero sin situarme detrás de él sino mostrando mi cuerpo. El resto de la conferencia, que duró una hora y media, fue interaccionando con la audiencia, metiéndome por las filas, haciendo preguntas e incluso haciendo algunas dinámicas reveladoras con el público.
Enfoque dinámico y participativo
Carles Caño: ¿Puedes poner algún ejemplo de esas dinámicas participativas?
Jose Hermida: En la Universidad de Jaén cada año se celebra la Cátedra de creación de empresas. La sesión que doy dura tres horas y asisten más de 300 alumnos de ADE. En ella se crean hasta 20 grupos de trabajo y en la misma aula hacen ejercicios de creatividad en los que desarrollan presentaciones de ideas de negocio. Dedico la primera hora a darles instrucciones, luego tienen una hora para desarrollar cómo lo van a hacer y para elegir a sus ponentes. Finalmente, en la última hora presentan de uno en uno sus ideas de negocio.
Es sorprendente como a lo largo de estos años, ningún ponente ha mostrado la menor ansiedad ni se ha perdido en nada de lo que estaba diciendo. ¿Por qué? Porque habían trabajado en equipo, tenían muy claro lo que iban a decir y su responsabilidad no iba dirigida al público sino que iba dirigida a la gente de su equipo, que le habían elegido para que expusiese lo que entre todos habían contribuido a crear. Son ejercicios muy bonitos, muy creativos y, sobre todo, muy útiles.
***
La semana que viene publicaré la segunda parte de esta entrevista, en la que Jose Hermida nos hablará sobre si es pertinente o no enseñar comunicación no verbal en la escuela, nos contará porque en culturas mediterráneas y latinas no se nos da tan bien hablar en público como en otros países y hará una defensa entusiasta del aprendizaje activo y del poder de la actitud.
Créditos:
- Fotografía de megáfonos de Klintberg (Creative Commons Atribución, No comercial, Sin obra derivada)
- Fotografía de mujer hablando detrás de atril de Frank Wales (Creative Commons Atribución)
Trackbacks/Pingbacks