¿Cómo sería la música si los intérpretes tocaran las piezas sin variar el volumen? Indudablemente, mucho más inexpresiva. Los compositores y los intérpretes juegan con el volumen para expresar estados de ánimo pero sobre todo para crear contrastes.
Si te fijas en la partitura de la fotografía anterior, verás que aparecen unas letras debajo de las líneas del pentagrama. Seguramente ya conoces su función, es la forma que tiene el compositor de decirle al intérprete el nivel de volumen que debe usarse en cada momento:
- pp: pianissimo (muy suave),
- p: piano (suave),
- mp: mezzo piano (no tan suave)
- mf: mezzo forte (poco fuerte),
- f: forte (fuerte),
- ff: fortissimo (muy fuerte),
También se usan palabras para indicar los cambios progresivos de volumen:
- crescendo (aumentar gradualmente la intensidad sonora),
- diminuendo (disminuir gradualmente la intensidad sonora).
Escucha esta famosa pieza de Mozart y presta especial atención como mínimo durante el primer minuto. En ella se pueden apreciar gran variedad de cambios de volumen. Si la misma pieza se tocara sin variar la intensidad sonora, el resultado seria bastante más pobre.
Cuando hablas en público, también debes recurrir a este potente recurso: variar el volumen de tu voz según el estado de ánimo que quieras expresar o según el contraste que quieras crear.
1. Hazte escuchar
La primera recomendación es muy simple: tu voz debe ser audible para todos los asistentes. Eso implica que las personas de la última fila tienen que escucharte perfectamente. No se trata de gritar, pero si de proyectar bien la voz para que nadie se distraiga preguntando qué has dicho exactamente.
Durante tu exposición, podrás variar el volumen de la voz para crear un ambiente determinado. Cuando decidas hablar en voz más baja, asegúrate también de que todo el mundo te escucha bien. Si llegas con tiempo al lugar de la presentación, puedes hacer una «prueba de sonido» con otra persona. Independientemente de si vas a usar micrófono o no, prueba distintos niveles de volumen mientras tu ayudante se mueve por la sala de butacas y te confirma que te escucha sin problemas.
Si no puedes realizar esta prueba de sonido antes de empezar siempre puedes hacer una pregunta a alguien de la última fila, durante los primeros minutos de tu charla. Evidentemente, si no te escucha te dirá que le repitas la pregunta y sabrás que tienes que hablar más fuerte.
2. Crea contrastes con tu voz
Tu discurso verbal no es una pieza musical y seguramente no usarás tantos matices ni jugarás tan a menudo con la intensidad sonora de tus palabras. Pero tampoco caigas en el error de ir al extremo opuesto y usar el mismo volumen durante toda la exposición.
Cada persona tiene su forma de hablar y en ningún caso debes forzar los cambios de volumen, pero practicando puedes conseguir esa variedad que enriquecerá la curva melódica de tu discurso.
Sube el volumen para enfatizar conceptos importantes, no hace falta que el cambio sea muy exagerado, sería como pasar de un mf (mezzo forte) a un f (forte). Si además dejas una breve pausa después de tu frase, reforzarás aún más la importancia de lo que has dicho.
También puedes hablar más alto para expresar estados de ánimo como el enfado, la indignación, el asombro…
Baja el volumen para crear suspense o para lograr que la gente se incline más hacia ti para escuchar lo que estás diciendo. Este recurso es muy efectivo pero hay que saber cuándo usarlo, por ejemplo en la parte de una historia donde se crea expectación o intriga; o después de enunciar una frase clave, repitiendo parte de esa frase en voz baja o reflexionando en voz alta acerca de sus implicaciones.
Otra opción que tienes es aumentar o disminuir progresivamente el volumen de tu voz (crescendo y diminuendo). Esto requiere bastante ensayo pero puede ser muy efectivo para ciertas situaciones: por ejemplo para contagiar la sensación de estrés al describir una situación, mientras vas subiendo el volumen puedes también aumentar la velocidad de tus palabras.
3. Grábate, escúchate y pide opiniones
Por desgracia, el correcto uso de la voz en las presentaciones es uno de los aspectos más olvidados hoy en día. A menudo, nos pasamos más rato eligiendo las fotografías que pondremos en cada diapositiva que pensando cómo sacarle partido a nuestras cuerdas vocales.
Al no ser aspectos que utilicemos con frecuencia, es importante ensayar estos recursos vocales antes de usarlos en una presentación. Tienes que grabarte y fijarte si queda forzado lo que acabas de decir, si es demasiado exagerado el cambio de volumen, etc.
Usa una grabadora digital, la aplicación de tu móvil para tal efecto, la grabadora de sonidos de tu sistema operativo o la característica «Grabar narración» de PowerPoint. Usa lo que quieras, pero grábate y escúchate. Luego muéstralo a otras personas y pídeles una opinión sincera y constructiva. Recuerda que sin crítica, no hay mejora.
Créditos:
- Fotografía de Plumerio Pipichas (Creative Commons: Atribución, No comercial, Sin obra derivada)
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Y, puestos a grabar, no sería malo grabar también imagen para evaluarnos en más aspectos.
Cierto Iñaki, grabarse en vídeo es tarea indispensable para mejorar nuestras dotes de comunicación.
Sin embargo, a veces puede ser buena idea centrarse sólo en algún aspecto concreto, como analizar sólo los cambios de volumen de la voz. Supongo que una buena opción sería grabarse en vídeo y luego escuchar sólo la voz sin mirar la imagen y analizar primero el volumen, luego la entonación, etc.