Los cambios innovadores son como los billetes de 500 euros, todo el mundo sabe que existen pero muy pocos los disfrutan.
En el caso de los billetes, probablemente a muchos les gustaría tenerlos. Pero con los cambios innovadores no pasa lo mismo. Según Scott Berkun, existe el mito de que la gente adora las nuevas ideas. Nada más lejos de la realidad. Párate a pensar cuantos innovaciones fueron rechazadas cuando se presentaron. El teléfono fue ignorado por Western Union, la teoría de la evolución de Darwin fue ridiculizada en su día, Warner Bros se preguntaba en 1927 quién demonios quería escuchar a los actores hablar…
La innovación se ve con desconfianza cuando aparece. El mito de que adoramos las ideas nuevas se crea porque una vez pasa el tiempo y se acaba normalizando, la gente ve esa innovación como algo positivo.
La cuestión es que preferimos las ideas nuevas después de que otros las hayan probado.
Scott Berkun clasifica en “The Myths of Innovation” las posibles causas de rechazo a una idea innovadora:
Ego/envidia: No puedo aceptar esto porque yo no lo pensé o pareceré débil si lo acepto.
- Orgullo y política: Esto me hará quedar mal.
- Personal: No me gustas así que nunca apoyaré tu idea.
- Temor: Me da miedo el cambio.
- Prioridad: Tengo diez propuestas innovadoras pero sólo recursos para una.
- Pereza: Soy vago, estoy aburrido y no quiero pensar o hacer más trabajo.
- Seguridad: Puedo perder algo que no quiero perder.
- Avaricia: Puedo ganar dinero o construir un imperio si rechazo esta idea.
- Coherencia: Esto viola mis más profundos principios (no importa lo absurdos, desfasados o ridículos que sean).
Este tipo de resistencias se han dado siempre y seguirán produciéndose en el futuro. No hay fórmula mágica. Lo que puedes hacer es probar estrategias que ayudarán a reducir alguna de las causas expuestas. Así que toca investigar un poco y averiguar cuáles son las causas mayoritarias de rechazo. En función del resultado podrás aplicar una u otra estrategia.
Céntrate en la solución
Si la gente recela de las ideas que no se han probado, muestra casos resueltos con éxito de otras personas o entidades. Demuéstrales que alguien tuvo un problema parecido y pudo resolverlo. Enséñales cómo lo resolvieron, será inspirador y seguramente reduzca la ansiedad que produce la idea nueva a implementar.
Puedes buscar casos de éxito fuera de tu organización. Sam Walton, fundador de la cadena de grandes superficies Walmart dijo “La mayoría de cosas que he hecho las he copiado de otros”. Desde sus modestos inicios, a mediados de los años cincuenta, siempre estuvo atento a lo que hacía la competencia para incorporar las mejoras que lo hacían más competitivo.
Investiga también organizaciones que no son competencia pero que tuvieron problemas como el vuestro y supieron resolverlo: el tiempo de espera excesivo de los pacientes de un ambulatorio, la forma de reclutar voluntarios de una ONG, la resistencia a usar nuevas tecnologías por parte de cierto profesorado…
Sin embargo, el problema que tiene buscar fuera es que los contextos suelen ser distintos y a veces se produce un rechazo hacia la “solución forastera”, del mismo modo que en un transplante a veces se rechaza un órgano ajeno. Por eso siempre deberías empezar buscando casos de éxito dentro de tu misma organización.
En su día conté la historia de cómo Jerry Sternin, miembro de Save The Children, logró combatir la malnutrición infantil en Vietnam con esta técnica de buscar y replicar los casos de éxito dentro de un aparente contexto de fracaso. En vez de plantearte “¿Cuál es el problema y cómo puedo arreglarlo?” piensa “¿Quién ha resuelto el problema y cómo puedo replicarlo?”. No te centres en el problema, céntrate en la solución.
Busca en tu organización
A menudo estamos tan ensimismados que no vemos como otras personas de nuestra organización han solucionado un problema como el nuestro. Sal del despacho y pregunta a compañeros de trabajo de otros departamentos. Recuerda que una parte del conocimiento de las organizaciones está en la máquina de café, en los pasillos… Aprovecha esos momentos informales, normalmente son muy fructíferos. La gente está más relajada y habla más que en contextos formales como las reuniones. Está claro que si eres demasiado orgulloso este planteamiento probablemente no te convenza. Creo que es mejor ir con una actitud humilde y con muchas ganas de escuchar para ver qué podemos aprender de otras experiencias.
¿Quieres hablar bien en público? ¿Te gustaría influir más sobre las personas y decisiones de tu entorno? Entonces aprende a escuchar bien, muy bien. Abre bien las orejas y cierra la boca durante un buen rato, ábrela sólo para hacer más preguntas y toma buena nota de lo que te cuentan. Escucha también lo que no te dicen con palabras, escucha lo que se palpa en el ambiente.
Apuesto a que ves a diario como uno de los mayores problemas de tu organización es la falta de comunicación. Pero no me refiero a los mensajes de correo que intercambiamos como locos, ni a las reuniones. Me refiero a saber qué pasa realmente en otras áreas, plantas o departamentos. A estar al día de los logros y tropiezos de los demás. A saber como lidian con problemas que nosotros también sufrimos. A tener conciencia de su estado de ánimo.
Quizá te cueste un poco encontrar ese caso de éxito. Cómo la mayoría de cosas que valen la pena, no resultará fácil pero al final tendrás tu recompensa. Lo bueno de encontrar soluciones en tu organización es que se minimiza el riesgo de rechazo. De este modo se contrarresta en parte la crítica de “Esta solución es de fuera y no funcionaría aquí”.
Eso es lo que hizo Jerry Sternin, de la ONG Save The Children. Buscó las excepciones de los niños que no tenían desnutrición y preguntó a las madres por sus hábitos alimenticios. Después organizó talleres en los que esas madres contaban sus trucos a las madres de los niños desnutridos. A estas últimas no les faltaba motivación para solucionar el problema, les faltaba una dirección que tomar. Mucho mejor que ese camino se lo indicaran personas como ellas y de su misma aldea en vez de “expertos” forasteros.
En resumen
- Somos bastante reacios a nuevas ideas, especialmente si no se han probado.
- Hay varios motivos por los que una nueva idea es rechazada. Averigua en tu caso cuáles son.
- En algunos casos, mostrar cómo otros de fuera de tu organización han resuelto un problema como el vuestro ayuda a reducir resistencias.
- Lo ideal es encontrar casos de éxito dentro de tu misma organización. Esto evita el rechazo a la solución forastera.
- Abre bien los ojos y sobre todo las orejas. Ten una actitud constante de búsqueda de las cosas que funcionan en tu entorno. Céntrate en las soluciones, no en los problemas.
Debate abierto
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Referencias
Libro: “Decisive. How to Make Better Choices in Life and Work”, Chip Heath y Dan Heath (Crown Business 2013). La versión traducida al castellano estará disponible en enero de 2014 (según la editorial @Gestion2000)
Libro: “Switch. How to Change Things When Change is Hard”, Chip Heath y Dan Heath (Broadway Books 2010). La versión traducida es “Cambia el chip. Cómo afrontar cambios que parecen imposibles” (Ediciones Gestión 2000).
Libro: “The Myths of Innovation”, Scott Berkun (O’Reilly Media 2010).
Créditos
Fotografía de mujer con prismáticos de Daniele Zanni (Creative Commons: Atribución, No comercial, Compartir igual)
Fotografía de gente tomando café de ronny-andre (Creative Commons: Atribución, No comercial, Compartir igual)
Este artículo tiene una licencia Creative Commons: Atribución, No comercial, Compartir igual.
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