Hombre con máquina de escribir

«Capaces de escribir más de cien mil palabras seguidas en una novela, […] y tan torpes y poco decididos luego para elegir las dos o tres que la definan. Para que luego digan algunos que la suprema síntesis de la poesía carece de mérito…»

Fernando Beltrán

Titular bien no es tarea fácil. Implica captar la esencia en una frase del contenido de un artículo, libro, película, presentación… Pero hay que tener en cuenta que a veces no interesa desvelar según que parte de la obra. El escritor Umberto Eco eligió como título «El nombre de la Rosa» antes que «La abadía del crimen» porque el segundo título daba demasiadas pistas al lector antes de empezar.

Con este planteamiento es normal que más de uno se desanime a la hora de ponerle título a algo y acabe eligiendo lo primero que le pase por la cabeza. Craso error. En la economía de la atención hay que saber captar el interés de las personas para que hagan lo que queremos: leer un artículo, comprar un libro, ver una película, asistir a una presentación… Más a menudo de lo que nos gustaría, el título es lo que hace decidir a la gente si vale la pena dedicarle a algo parte de su valioso tiempo.

Hace unos días acabé de leer «El nombre de las cosas: Cuando el nombre marca la diferencia«, libro del poeta y nombrador Fernando Beltrán (libro del que os hablaré en un próximo artículo). De sus páginas he sacado la cita con la que empiezo este texto, y de sus páginas he aprendido que poner nombre a las cosas es tarea compleja a la que hay que dedicar esfuerzo y cariño. Uno de sus capítulos, El canon del nombre, me ha inspirado a escribir sobre algunos atributos que debería tener un título en una presentación.

1. El título de una presentación es expresión

Hay que saber manifestar con palabras lo que se quiere dar a entender. A menudo lo que tenemos en la cabeza no se corresponde con lo que acabamos diciendo. Sufrimos entonces la maldición del conocimiento y empiezan entonces los equívocos y las malas interpretaciones. Si se tiene claro cuál es el mensaje, no debería costar mucho expresarlo en palabras. El problema viene cuando se confunde tema con mensaje.

Un título permite además expresar nuestra posición respecto a un tema: proclamar, reivindicar, conciliar, polemizar…

2. El título de una presentación es indicio

Una señal, un aviso, una dirección por donde irá nuestra charla. Si usamos títulos vagos y genéricos daremos pie a confusión y vendrán a vernos personas que esperaban otra cosa.

Un título que guía sobre el contenido de la charla atrae o aleja a posibles asistentes, en función de sus intereses.

3. El título de una presentación es motor

Motor que mueve a la audiencia de un estado inicial, con alguna carencia o problema, a un estado final, con la respuesta o solución para resolver ese problema inicial.

Una presentación es una llamada a la acción para facilitar ese cambio de estado de la audiencia. La acción es verbo y el verbo es el gran olvidado en muchos de los títulos de las presentaciones.

4. El título de una presentación es síntesis

Simplificación, resumen, extracto, reducción… Todo eso y mucho más es síntesis. Porque no es lo mismo resumir los hechos que saber captar la esencia, entender el significado y averiguar por qué importa. Algo que cierto profesor supo enseñar muy bien el primer día de clase con su lección de periodismo inolvidable.

5. El título de una presentación es música

Las palabras tienen música.

La melodía puede variarse dependiendo de la entonación. Cada tipo de oración -enunciativa, exclamativa o interrogativa- crea una curva melódica distinta. La cadencia o el ritmo de una frase puede mejorar notablemente haciendo pequeños ajustes: cambiar el orden, usar un sinónimo, buscar la rima… Un ejemplo, en uno de mis artículos de Presentástico estuve a punto de usar el título «7 motivos para hacer preguntas en tus presentaciones» pero finalmente me incliné por «7 buenas razones para hacer preguntas en tus presentaciones» por que la rima de palabras mejoraba la musicalidad de la frase.

6. El título de una presentación es memoria

Los títulos insulsos caen en el más profundo de los olvidos. Los títulos originales, polémicos, creativos, distintos o que no dejan indiferentes se recuerdan mejor. Como dice Fernando Beltrán en su libro: Nombrar para dejar huella.

7. El título de una presentación es beneficio

Beneficio para la audiencia, por supuesto. Algo que cuesta mucho es pasar de las presentaciones centradas en el ponente a las presentaciones centradas en la audiencia. Porque en el fondo somos egoístas y hay que saber responder a alguien que te pregunta «¿Y yo que sacaré de esto?«. Explicitar el beneficio en el título de la presentación puede ser un buen anzuelo para atraer a futuros asistentes.

Referencias

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«El nombre de las cosas: Cuando el nombre marca la diferencia» de Fernando Beltrán.

Portada del libro "El nombre de las cosas" de Fernando Beltrán

Créditos:

 

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