«Tengo una buena noticia y una mala noticia, ¿cuál quieres oír primero?»
¿Cuántas veces has escuchado esta frase? Cuando dejas elegir a la otra persona, la percepción de aquello que quieres comunicar puede variar enormemente en función del orden que ha elegido. En estos casos, debería ser la persona que transmite las noticias la que elija sabiamente el orden más adecuado, de acuerdo al impacto de cada primicia y de las circunstancias que las rodean.
Cuando presentamos en público ocurre lo mismo, el orden de las ideas expuestas influirá en el impacto que puedan tener así como en la sensación final de la audiencia. Por esta razón es fundamental saber elegir el orden que maximice la atención e interés de la audiencia y que deje las sensaciones que queremos transmitir. Quizá os parezca una obviedad, pero mi experiencia como formador me ha mostrado que no siempre se tiene en cuenta este aspecto tan importante.
Sirva de ejemplo una parte de la presentación que hizo Estrella, una de mis alumnas de un curso de presentaciones. Esta médica nos habló sobre medicamentos y al final de su charla expuso las siguientes ideas:
- Farmacéutica demandó a revista científica por artículo que cuestionaba un producto suyo (los intereses privados ponían en tela de juicio a la comunidad científica).
- Farmacéutica perdió el caso y sentó importante precedente para velar por la salud pública.
- Un paso importante para evitar casos como el de la talidomida y los niños con deformaciones (aquí mostró una foto impactante de niños sin brazos).
Así fue como concluyó su presentación, con una imagen sobrecogedora de unos niños que fueron víctimas de una negligencia farmacéutica. El resto de compañeras del curso le comentó justo después que podría haber cambiado el orden de esas tres ideas finales dejando una sensación de esperanza en vez de una de angustia, que es la que nos dejó a la gran mayoría de los asistentes. Este fue el orden que sugirieron:
De este modo, se impacta primero a la audiencia, a continuación se explica el caso que hubo sobre el juicio a la revista científica y finalmente cómo se resolvió el caso a favor de ésta. Las sensaciones son muy distintas según cómo se planteen estos datos.
En la fase de preparación de una presentación debemos seleccionar las ideas, estructurarlas y elegir el orden de las mismas de forma intencionada, en vez de secuenciarlas al azar o según nos vengan. Las notas adhesivas resultan muy prácticas para cambiar el orden de estas ideas tantas veces como haga falta. Si las engancháis encima de un papel, podréis incluso dibujar líneas del impacto que prevéis que tendrán en la audiencia.
Para más información sobre cómo estructurar una presentación con notas adhesivas, consultad el artículo Cinco horas con Garr (III): Cómo preparar y estructurar una presentación.
Desde luego, el orden en la exposición es fundamental para lograr resultados (de cualquier índole).
Un caso concreto con el que me he topado es el de las presentaciones de trabajo (a superiores o a clientes) en las que el público «no» tiene tiempo. Es habitual que hagamos una introducción, luego un preámbulo, los pasos que se han dado y finalizar con las conclusiones. Si, en este punto, los oyentes no han exigido concreción, tienen la cabeza en otro lugar. Invertir este orden y abrir con la conclusión (un bombazo) asegura despertar la atención y el interés de la audiencia, y aumenta la probabilidad de que escuchen hasta el final, o mejor, que comiencen a hacer preguntas y den las pautas al presentador de por dónde continuar.