¿Por qué se nos olvida preguntar?
Los niños preguntan sin cesar. Preguntan una y otra vez. Incluso formulan las mismas preguntas a lo largo de los años, buscando cada vez respuestas más profundas o con matices distintos.
¿Por qué…? Así empiezan muchas preguntas de los niños. A veces preguntan con tanta insistencia que es tentador responderles con un simple “¡Porque sí!” o “¡Porque lo digo yo!”.
Quizá es con respuestas como esta que anestesiamos sus ganas de preguntar.
De adultos no preguntamos tanto, nos acostumbramos a recibir discursos expositivos y a no preguntar demasiado. Así que el día que nos toca hablar en público, reproducimos el planteamiento expositivo y apenas hacemos preguntas durante la presentación.
¡Acordémonos de preguntar! Son muchas las ventajas de hacer preguntas en las presentaciones…
1. Pican la curiosidad de la audiencia
A menudo el material que queremos exponer es la respuesta a una pregunta. Por sí misma, la respuesta puede que no sea atractiva. Pero si planteamos la pregunta antes, la respuesta puede ser bastante más interesante. La pregunta nos ha picado la curiosidad. Aunque el tema no sea santo de nuestra devoción, necesitamos descubrir la respuesta para aliviar ese “picor”.
2. Captan la atención del auditorio
En parte como consecuencia del punto anterior pero también porque se pueden plantear preguntas provocativas, porque rompen la dinámica de una parte expositiva, porque te has dirigido al público directamente o por el silencio que dejamos justo después…
3. Favorecen los silencios
Miles Davis decía que, en el momento oportuno, un silencio es mucho más eficaz que la mejor de las melodías. Del mismo modo, en una presentación una pausa puede ser más poderosa que cualquier frase que digamos.
Después de hacer una pregunta es recomendable dejar un instante de silencio. De este modo damos tiempo a la audiencia para que reflexione sobre la cuestión, además de enfatizar el momento.
Otra ventaja de hacer pausas marcadas y numerosas es que el ponente controlará su respiración y estará más relajado. Así que, por mucho que nos cueste, tenemos que sufrir el silencio en nuestras presentaciones.
4. Enriquecen la entonación de tu voz
Nuestra voz es monótona cuando usamos sólo frases enunciativas, pues todas tienen una entonación muy parecida. ¿Cómo podemos dar color a nuestra voz? Preguntando y exclamando de vez en cuando.
Las preguntas tienen una entonación distinta a las frases enunciativas. De hecho hay varios tipos de frases interrogativas, cada una con su curva de entonación característica. Hacer preguntas de vez en cuando es un buen remedio para combatir el síndrome de la voz monótona.
5. Crean sensación de conversación
Para atraer e implicar más a la audiencia es bueno hacer preguntas retóricas dirigidas a ella. Esto ayuda a crear un ambiente de conversación más que de discurso. Los asistentes a tu charla notan que les tienes en cuenta y que no sólo expones magistralmente una sucesión de hechos.
Ejemplos:
- “¿Tiene esto sentido para vosotros?”
- “¿Os habéis preguntado alguna vez…?”
- “¿Recordáis cómo os sentisteis cuando…?”
- “¿Os ha ocurrido eso alguna vez?”
- “¿Cuándo fue la última vez que…?”
Esta técnica es especialmente útil cuando contamos alguna historia y queremos que la audiencia se identifique emocionalmente con lo que explicamos.
6. Promueven la participación del público
En según que tipo de presentaciones o seminarios, la intervención de los participantes es fundamental. Podemos plantear primero un concepto o una historia relevante y después lanzar preguntas a la audiencia sobre lo que hemos contado. De este modo, daremos la oportunidad, a las personas que lo deseen, de aportar su experiencia y puntos de vista.
- “¿Qué otras conclusiones sacáis de esta historia?”
- “¿Cómo lo haríais vosotros?”
- “¿Estáis preparado para….?”
- “¿Alguna vez habéis…?”
- “¿Qué tendría que ocurrir para que…?”
Otra forma más sencilla de promover la participación del público consiste en hacer pequeñas encuestas a la audiencia. Por ejemplo, “¿Cuántos de vosotros accedéis a las redes sociales desde el móvil?”. Si es necesario, levanta tu brazo para animar a que ellos lo hagan también para responder.
7. Te ayudan a conocer a fondo a tu audiencia
Antes de subir al escenario hay todo un proceso de preparación donde también tienes que hacerte unas cuantas preguntas sobre tu futura audiencia. A veces podrás obtener las respuestas del organizador de la conferencia, otras del sitio web del congreso en el que participas…
Quizá tengas la oportunidad de preguntar a personas de tu audiencia en redes sociales como Twitter, Facebook o LinkedIn. Si es así, no desperdicies esta valiosa oportunidad y conversa con ellos…
- Días o semanas antes de tu presentación: averigua qué inquietudes tienen, qué les preocupa, qué saben sobre el tema que expondrás, qué pueden aportar…
- Durante tu presentación: si tu audiencia va a utilizar el backchannel, ¡sácale partido! Plantea preguntas y encuestas en tu charla y anímales a que respondan en Twitter, por ejemplo.
- Después de tu presentación: ¡Sigue la conversación! Puedes preguntar qué recuerdan, qué les gustó más, qué no quedó claro, qué recursos relevantes conocen…
Preguntar comporta despertar la mente del receptor. Implica que los asistentes sean un poco menos pasivos, aunque escuchen, y que ellos mismos busquen y construyan las respuestas.
¿Y a ti, te gusta preguntar?
¿Crees también en el poder de hacer preguntas? Quizá te dé respeto hacer preguntas en una presentación pero… ¿te parece bien que un ponente haga preguntas a su audiencia?
Deja un comentario y opina al respecto.
Créditos:
- Fotografía de ponente hablando de presta (Creative Commons Atribución, No comercial).
- Fotografía de audiencia de oreilly (Creative Commons Atribución)
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