Son las 12.15h. Lo he vuelto a hacer. He dejado para última hora algo importante. Esta vez me he pasado y lo de “última hora” es literal. Sólo tengo sesenta minutos para preparar la presentación que daré a las 13.30h. De acuerdo, basta de lamentaciones. Manos a la obra.
Evidentemente prescindo de PowerPoint o cualquier otro programa de diapositivas. Con tan poco tiempo debo centrarme en lo más importante: la audiencia que tendré, el mensaje que transmitiré y la estructura que usaré. La audiencia me resulta familiar, son alumnos de primer curso de Formación Profesional de Informática. Son dos grupos que no tengo como alumnos pero llevo años de profesor de FP y sé cómo son. El objetivo de la charla es animar a los alumnos a que creen y mantengan su propio blog. El mensaje irá por ahí. Tengo bastante claro qué decir al respecto puesto que en el momento de dar esa charla llevo varios años como bloguero. Voy a dedicar todos mis esfuerzos a crear una buena estructura, adaptada a mi audiencia y que fortalezca mi mensaje.
No utilizo tecnología digital para estructurar mi presentación. Uso una hoja de papel, notas adhesivas amarillas (de las más pequeñas) y un bolígrafo. Decido usar una estructura piramidal y que gira en torno a las necesidades de la audiencia. Planteo una situación inicial y el papel que mi audiencia tiene al respecto. Luego viene un punto de partida a resolver seguido del mensaje de mi charla: “Haz crecer tu pasión con un blog”. Apunto posibles puntos principales, cada uno en una nota adhesiva. Salen varias opciones pero al final elijo los tres puntos clave más adecuados. Mientras, añado detalles para cada punto y pienso en los recursos que utilizaré: una historia propia por aquí, un vídeo que hice por allá, una cita inspiradora para el final…
Es increíble lo bien que se cumple siempre la Ley de Parkinson: una tarea se expande hasta ocupar el tiempo que tenía asignado. Yo tenía una hora y he usado esa hora para preparar mi presentación. El resultado es una hoja DIN A4 con varias notas adhesivas pegadas que contienen titulares para cada punto que trataré. También hay anotaciones en bolígrafo en el papel. Esa hoja será mi guión.
Salgo corriendo de casa a las 13.15h. Por suerte vivo a tres paradas de metro del trabajo. Llego pasadas las 13.30h, hora en que terminan las clases los alumnos y empieza mi charla. Aprovecho el trajín de los alumnos entrando en la sala para prepararme. No he usado tecnología digital mientras preparaba la presentación pero ahora sí que lo haré. Conecto mi iPad con cable al proyector multimedia y saco mi stylus para usarlo como pizarra. En realidad, podría haber usado una pizarra normal pero prefiero hacerlo así para no dar la espalda en ningún momento a los alumnos.
Son las 13.38h. Empiezo mi presentación: “Todos tenemos una pasión…”
La charla dura treinta y siete minutos y tengo a sesenta alumnos, casi todos adolescentes, atentos durante mi exposición. Eso tiene su mérito teniendo en cuenta el tipo de público y que es la sexta y última hora de clase del día. Los tutores de cada grupo me comentan al día siguiente que la charla ha gustado mucho.
Esta historia es un caso extremo que me ocurrió hace unos años. Normalmente tengo más tiempo para preparar una presentación pero el ejemplo es útil porque permite ver que es lo más esencial cuando no tienes ni un minuto que derrochar: la estructura. Como he dicho, también es importante la audiencia y el mensaje principal. Cierto. Pero se pueden integrar fácilmente en una buena estructura.
Si no puedes empezar la casa por el tejado tampoco empieces a preparar tu charla con las diapositivas. La estructura son los cimientos de tu presentación. Si tienes poco tiempo, céntrate primero en las necesidades de la audiencia y en la estructura.
Carlos una inquietud, cuando mencionas: «saco mi stylus para usarlo como pizarra», te refieres a un dispositivo, estilo tablet para interactuar con el video proyecto?
Me refiero a un stylus para usar con el tablet. Así pude estar de cara al público. Como el iPad estaba conectado por Wi-Fi al ordenador conectado al proyector, podía usar el tablet a modo de pizarra.