Naranja del huerto

Ayer empecé un curso de presentaciones mostrando una naranja.

Pedí a los asistentes que la fueran pasando entre ellos y que se fijaran en ella del modo en que quisieran. Mientras tanto me presenté delante de los alumnos. Al cabo de pocos minutos la naranja volvió a mi.

Entonces les dije: “¿Qué me podéis decir de esta naranja?”.

Poco a poco llegaron las respuestas:

  • “Está pocha”
  • “Tiene manchas”
  • “Se ha cogido hace poco del árbol, aún tiene la rama…”
  • “”No huele a naranja”
  • “No tiene muy buen aspecto”
  • “Parece gustosa”

Casi todo lo que dijeron no dejaba muy bien a la pobre naranja, excepto la última afirmación.

En ese momento les conté que era una naranja del huerto de mis suegros y que cada vez que vamos a visitarles nos llevamos varios kilos.

Antes de conocer a mi mujer, cuando tenía que desayunar en un bar, yo pedía zumos de naranja naturales. Después de probar el zumo de las naranjas de mis suegros jamás he vuelto a hacerlo. La cuestión es que para mí, los zumos que pedía en bares estaban buenos… ¡hasta que pude compararlos!

En hipermercados o en tiendas de frutas y verduras muchas naranjas tienen un aspecto impecable: brillan, no tienen manchas, todas tienen el mismo tamaño, se presentan en cajas en las que están perfectamente alineadas… Nos entran por los ojos y si no probamos otras, estamos convencidos de que tienen buen sabor.

En cambio, las naranjas del huerto de mis suegros no brillan, tienen manchas, aspectos irregulares, las hay muy grandes y también pequeñas… Pero están deliciosas.

Con las presentaciones ocurre algo parecido.

Su aspecto más superficial nos puede hacer creer que están bien. Lo más típico es usar un programa como PowerPoint y soltar un montón de datos que no pueden procesarse en tan poco tiempo. Tampoco se establece un vínculo emocional con la audiencia ni fomentan la participación activa de los asistentes. Mucha gente cree que estas presentaciones son correctas porque no han visto otro tipo de presentaciones.

Tenemos que aprender a mirar más allá de la superficie. A valorar una naranja más por su sabor que por su aspecto. A valorar una presentación más por su mensaje y su forma de llegar a la audiencia que por el programa que se usa.

Por eso les dije a mis alumnos que espero que más que un curso de formación, lo que empezamos ayer sea un curso de transformación en el que cuando acaben tengan una noción completamente distinta de lo que son las presentaciones y la formación en entornos laborales.

Y en tu caso, ¿cómo es el zumo de las presentaciones de las que bebes? ;-)

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